martes, mayo 12, 2009

Los Tambos de Arequipa

Tambo "La Cabezona"-Nocturno de los Hermanos Vargas, 1920's




Nota : Este artículo ha sido tomado del excelente blog Cantera de Sonidos de Marcela Cornejo D.


Arequipa, soleada lejanía del alma, aldea de la ternura;
tu nombre lo escribe un vuelo tendido de golondrinas
Tus árboles envejecidos lejanos se mecen en mi cariño
y toda mi pena callada se va alegre a repartirse
en las alas de tus pájaros

(...)
Arequipa, te recuerdo callado, triste como tus tardes;
pero así me quedo con los ojos abrazados a tus crepúsculos
y mascando una rama de tu cielo

Ausencia de Arequipa- Guillermo Mercado


Hasta hace unas décadas, existía en la región surandina el comercio a lomo de nobles animales como llamas, mulas o caballos (en las zonas rurales persiste aún; el año 2003 pude ver llameros indígenas en Pampacolca, provincia de Castilla, cerca al pueblo de mi madre -Tipan-). Llameros, muleros o arrieros, eran personajes ineludibles en la vida cotidiana de las personas, pues traían preciadas mercancías para intercambiarlas con los productos locales. De vida singular, se trasladaban en solitarios y largos viajes que cubrían distancias insospechadas, tanto hacia la costa como hacia la región surandina (llegando hasta el NOA argentino). Los comerciantes llegaban expectantes a las posadas, en busca de alimento, abrigo y compañía (como es de suponer, principalmente compañía femenina). En Arequipa estas posadas tomaron el nombre de "tambos", castellanización del término quechua "tampu", que designaba a las construcciones estatales del inca, situadas a lo largo de Qhapaq Ñan (estos tampus servían como centros de almacenamiento y redistribución de bienes, principalmente alimentos y tejidos).

En Arequipa el tambo prehispánico más conocido era el “Tambillo”, ubicado en el valle de Siguas sobre el camino que cruzaba el desierto. Cuando llegaron los españoles en 1540, lo continuaron utilizando. Desde entonces el arrieraje ha durado más de 350 años en Arequipa, y hoy en día hay aún fuertes huellas de su existencia.

Después de su fundación hispana, la ciudad de Arequipa vió aparecer pronto sus propios tambos, instalados en las márgenes de la ciudad; son de los más antiguos los de Antiquilla y Beaterio, que se instalaron en la rivera opuesta del río Chili. Cuando se construyó el Viejo Puente, hoy llamado Puente Bolognesi, para comunicar la ciudad con las campiñas (como Cayma y Yanahuara), los tambos se fueron instalando en torno a él, más cerca del centro de la ciudad. Las paradas previas de los viajeros estaban tanto en el desierto de Vítor como el valle del Colca (tierra de collaguas).

La mayoría de tambos data del siglo XVIII. Al inicio fueron construcciones precarias: pequeñas habitaciones en torno a grandes patios donde se descargaban los animales y se guardaban las mercaderías, amén de amplios corrales para guardar llamas y mulas. Pasando el tiempo, para acceder se franqueaba un gran portón y un zaguán abovedado, las habitaciones mejoraron con bóvedas de sillar, recias puertas de sauce, postigos de hierro forjado y a veces, pequeñas ventanas.

Era cuestión de tiempo para que aparecieran diferentes negocios y talleres de artesanos (sastres, zapateros, herreros, talabarteros, armeros, constructores de guitarras y charangos, etc.) ofreciendo servicios complementarios. Aurelio Miro Quesada, en su libro Historia y leyenda de Mariano Melgar 1790-1815 (Lima: Fondo Editorial UNMSM, 1998) cita a Juan Domingo Zamácola y Jáuregui, (Apuntes para la historia de Arequipa. Arequipa: Primer Festival del Libro Arequipeño, 1958, pág. 30) acerca del comercio en la Blanca Ciudad:

Al lado de la agricultura, la otra base económica de Arequipa la constituían la industria y el comercio, si no verdaderamente intensos, por lo menos asentados en la realidad y afortunadamente diversificados. De especial importancia era lo relacionado con el transporte, que alcanzaba una proporción muy alta, con un crecido número de arrieros que facilitaban la entrada y salida de mercaderías y servían como un medio de comunicación irremplazable. De la sierra o la costa, de las tierras lejanas o los valles fecundos o vecinos, por el camino "a la mar" o el "del volcán", llegaban barras de plata, telas, libros, vinos, alimentos, que entre la algarabía de las recuas y el animado pregón de los arrieros daban a la ciudad un vistoso carácter de centro de relación y de intercambio de mercaderías y de ideas. Entre la industria textil, de lienzos de algodón, bayetas, paños y frazadas, y la curtiembre de pieles, que proveía de vaquetas, cordobanes, gamuzas, pergaminos, la actividad comercial era abundante. Había numerosos zapateros, "oficiales de albañilería, carpinteros, escultores, alfareros, herreros, sastres, sombrereros, tintoreros, doradores, pintores al temple" y hasta oficiales de relojería

Hoy en día aún tenemos en el Puente Bolognesi varios de estos tradicionales negocios. Estos comerciantes fueron el complemento de los tambos y sus futuros moradores. Desde mediados del siglo XIX la ciudad fue ofreciendo mejores servicios en hoteles cerca al mercado San Camilo, por lo que los tambos fueron siendo ocupados como viviendas permanentes por los artesanos y comerciantes. Así surge una modalidad arequipeña del vecindario popular, del lar de la clase artesana y obrera: patios comunes, macetas con flores y hierbas frescas para la comida, batanes, caños, lavaderos, tendales y baños comunes... y claro, hartas historias y chisme. La frecuente ausencia de ventanas, se compensaba dejando las recias puertas abiertas, con un biombo que dejaba un metro o metro y medio entre el dintel y el espacio interior; solían verse macetas de flores y un banquito para sentarse un rato a ver afuera, ir escogiendo el arroz, pelando las papas o las habas para el chairo, la timpusca o el chaque, o simplemente conversar.

Quién de los/as arequipeños/as no hemos tenido entrañables amigos/as o familiares que vivían en estos tambos, o no hemos ido a la humilde costurera, o la verdulera, que complementaba su precaria economía con estos negocios, sea en sus habitaciones o en las afueras de los tambos. Muchas veces las personas de clase media y alta veían con distancia y reticencia este mundo de gente sencilla, en su gran mayoría honesta, que se ganaba el sustento con sus manos.

Principales tambos (datos de la Oficina Técnica del Centro Histórico de Arequipa, a 2004)

Declarados monumentos históricos:
  • Tambo de Bronce. Barrio El Solar, calle Puente Bolognesi 333 . Actualmente son propietarios de este monumento 21 familias que lo usan para vivienda y algunos para negocio. Se ha concluido el proyecto de restauración.
  • Tambo del Matadero. Calle El Solar 419, barrio del mismo nombre. Funcionaba como camal, de allí el nombre. En la actualidad habitan en él 35 familias. Se ha concluido el proyecto de restauración
  • Tambo Ruelas. alles Beaterio 157-159 y Recoleta 100, es probable que exista desde el año 1700. Su característica singular es la superposición de estilos que presenta: colonial, republicano y contemporáneo y es el único que conserva su autenticidad y carácter.
  • Tambo de la Cabezona en la calle Puente Bolognesi. El mayor y más bello tambo. Se está haciendo el levantamiento y relevamiento familiar. Es el segundo en tamaño.
  • Tambo de la Ranchería en la calle Octavio Muñoz Nájar. Actualmente desocupado y en proceso de habilitación de centro comercial).
  • Tambo de los Jesuitas en la calle Palacio Viejo. Actualmente funciona como comisaría de la PNP.
En proceso de ser declarados monumentos:

En la calle Puente Bolognesi existen tambos menores, que están en proceso dedeclaración como:
  • Tambo Las Carmelitas, vivienda tugurizada 10 familias.
  • Tambo Negrón, vivienda tugurizada, 6 familias.
  • Tambo Flores, conservado y reciclado para uso comercial.
  • Tambo Salas, en la calle Beaterio. Está en abandono y desocupado.
  • En la parte posterior del Mercado San Camilo a inicios del siglo XX se edificó un gran hospedaje de sillar que muchos años después se tugurizó, es la famosa Casa Rosada.
  • En el Barrio del Solar, en la calle Moral se construyó un gran complejo para obreros, es el llamado “Castillo del Diablo”, el mayor tugurio de Arequipa.
Cabe mencionar otros tambos históricos como: Tambo Morte Musca, Tambo de Santiago, Tambo de la Quiteña, Tambo de Barreda, Tambo del Buque, Tambo de la Palla, Tambo de Gutiérrez, Tambo de la Ranchería de la calle Octavio Muñoz Nájar (recientemente demolido).

Nuestros tambos poseen un valor histórico y monumental único, nos trasladan a esa Arequipa de veras, de fuertes aires hispano-medievales, austeros, recios y bellos al mismo tiempo, pero también con el sello popular, del artesano y el comerciante criollo, indígena y mestizo, que bien hacía maravillas con sus manos, bien nos traía desde lejos la (deliciosísisma) chalona de lengua (de carnero), o los quesos de Pampacolca o de Paria... Vivencias que palpamos en nuestra infancia, y que nos han marcado para siempre. No valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos...

Los tambos son parte esencial de una forma muy particular de vivir el mundo, por ello, enhorabuena por los proyectos de restauración que hacen justicia a nuestra bella de propios y extraños, Arequipa, Patrimonio Cultural de la Humanidad.




























2 comentarios:

Heraldo 21 dijo...

es muy interezante conocer arequipa.
solo que su frio lo malogra...
pero hay mucha pero mucha belleza arquitectonica,culinaria y su gente...

cramoz dijo...

No te dejes intimidar por el frio, es parte de la experiencia, además puedes visitar Arequipa todo el año.

 
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